Real Madrid ganó con golazo de James Rodríguez
La tarde empezó mal para el Madrid y hubiera terminado peor de no ser por James. El colombiano no sólo fue el mejor futbolista sobre el campo, autor de un gol clave. También venció a los malos augurios. Las señales eran inequívocas y casi fúnebres: lesión de Bale a los dos minutos, lesión de Modric a los 57 y penalti fallado por Cristiano a los 66. Tal sucesión de desgracias únicamente podía anunciar una catástrofe natural, ya fuera un empate o una erupción volcánica en el centro del Bernabéu.
Insisto, nada arrancó bien para el Madrid. Cuando sus futbolistas saltaron al campo ya conocían las victorias de Barça y Atlético. Esa decepción debió afectarles. Ganar no incluía un premio extraordinario. Era una obligación tan convencional como respetar las señales de tráfico o como subirse a un autobús.
Al desencanto se sumó la lesión de Bale. No habían transcurrido dos minutos cuando se sentó sobre el césped y se señaló, dolorido, el gemelo de la pierna izquierda. Poco después se marchó con pasos cortos, visión algo tétrica en un purasangre como él. Chicharito fue su relevo.
Imagino que cada jugador blanco pensó en las consecuencias de la lesión, en el cambio de sistema y, de manera genérica, en el partido contra el Atlético. Supongo que Ancelotti se perdió en cavilaciones parecidas. Una vez más, los mares se abrían a su paso para que pudiera cruzarlos sin mojarse. Ya no hay discusión: el 4-4-2 será el dibujo en las próximas finales.
El Málaga aprovechó la distracción para lucir piernas y pizarra. En el campeonato hay pocos ataques tan dinámicos y en el mundo pocos jugadores como Amrabat, un espíritu libre que es capaz de mucho y se cree capaz de todo. Baste decir que aguantó sin inmutarse dos cargas de Pepe en la misma carrera. Sin contar disparos, centros y cornetazos sinfín.
Sergio Ramos rompió la igualdad. El central (delantero vocacional y centrocampista en otra vida) remató una falta que sacó Cristiano desde un lateral. Los malaguistas reclamaron fuera de juego y las repeticiones no aclararon la jugada; habrá que recurrir a la NASA.
No hubo cambios. El partido siguió a merced del viento, peligroso por descontrolado. El Madrid sólo se sentía seguro en los pies de James, sensato en cada decisión. Nadie como él entendió el riesgo que corría su equipo; el Málaga ganaba metros y la Liga pendía de un hilo. La operación de rescate no se hizo esperar. Primero provocó un penalti y luego marcó un gol que se abrió como un inmenso bote salvavidas.
Juanmi acortó distancias y el Madrid sufrió, mucho. Nadie respiró en el Bernabéu hasta que Cristiano marcó el tercero (39 en Liga). La felicidad se tropezó luego con el primer parte médico. Modric estará entre cinco y seis semanas de baja. Bale, parecido. De la abundancia de recursos hemos pasado a la escasez; del debate glotón a la discusión famélica. No hay días inofensivos y, menos aún, noches.
As.com
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